90397

Desaparición, danza, insistencia: variaciones de La cueca sola

Desaparição, dança, Insistência: Variações da Cueca Sola
Favoritar este trabalho

Como otras dictaduras en naciones hermanas latinoamericanas, la dictadura cívico-militar chilena recurrió de manera sistemática a la desaparición forzada. Esta fue la más extrema de las varias estrategias de terrorismo de Estado aplicadas durante el período dictatorial. Por 17 años (1973-1990) el régimen hizo todo lo posible por controlar los cuerpos: no solo asesinó y desapareció, sino que también prescribió cómo, cuándo y (hacia) dónde los ciudadanos podían moverse. La danza no estuvo exenta de esta coreo-policía (Lepecki). La cueca, danza tradicional chilena, adquirió durante la dictadura el estatus, profundamente prescriptivo, de “danza nacional”. Ante las desapariciones forzadas, una nueva política de los derechos humanos comenzó a tomar fuerza. La demanda con forma de pregunta “¿Donde están?” se hizo visible y audible en calles, muros y pancartas, interrumpiendo y movilizando un espacio en el que solo debía haber cuerpos circulantes, amedrentados y dóciles. Dicha demanda también fue enunciada en la forma de una danza, coreografiada por las mujeres del grupo folclórico de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos: La cueca sola. En esta ponencia, vuelvo sobre los pasos de esta danza-performance, revisando su política y su persistencia en el campo cultural y político chileno. La cueca sola abre un espacio no solo para pensar los modos en que una danza se articula como demanda política sino que también para elucidar cómo, en su insistencia (a través de su repetición, reproducción y diseminación), una danza puede hace aparecer, hacer cuerpo de algún modo, la ausencia, el vacío y la desaparición. La cueca sola no puede pensarse de manera aislada, como si se tratara de un puro evento performático que apunta a su propia desaparición; por el contrario, se trata de una práctica articulada junto a otras estrategias (performáticas, visuales, táctiles) que se oponen al control y la manipulación de los cuerpos por parte del Estado. En este sentido, esta coreografía colectiva, militante, hecha por mujeres, no solo se conforma como denuncia directa al terrorismo de Estado, sino que también como afirmación de una democracia por venir — una en la que esta coreografía se haría superflua. No es sorpresa, entonces, que La cueca sola siga resurgiendo, insistiendo, en el Chile actual.


Como outras ditaduras em nações irmãs latino-americanas, a ditadura cívico-militar no Chile recorreu sistematicamente ao desaparecimento forçado de pessoas. Esta foi a mais extrema das várias estratégias de terrorismo de estado aplicadas durante o período ditatorial. Por 17 anos (1973-1990), o regime fez de tudo para controlar os corpos: não só os assassinou e desapareceu, mas também prescreveu como, quando e onde os cidadãos poderiam se mover. A dança não estava isenta desta coreopolícia (Lepecki). A cueca, uma dança chilena tradicional, adquiriu durante a ditadura o status, profundamente prescritivo, de "dança nacional". Face aos desaparecimentos forçados, uma nova política de direitos humanos começou a tomar posse. A demanda com a forma de uma pergunta "Onde estão?" Tornou-se visível e audível nas ruas, paredes e bandeiras, interrompendo e mobilizando um espaço no qual deveria haver apenas corpos circulantes, assustados e dóceis. Essa demanda também foi enunciada sob a forma de uma dança, coreografada pelas mulheres do grupo folclórico da Associação de Parentes dos Desaparecidos: a cueca sola. Neste artigo, volto aos passos desta performance de dança, revisando sua política e sua persistência no campo cultural e político chileno. A cueca sola abre um espaço não só para pensar nas formas em que uma dança é articulada como uma demanda política, mas também para elucidar como, na sua insistência (através da repetição, reprodução e disseminação), uma dança pode fazer aparecer, fazer corpo, de alguma forma, a ausência, o vazio e o desaparecimento. A cueca sola não pode ser pensada isoladamente, como se fosse um puro evento de performance que aponta para o seu próprio desaparecimento; pelo contrário, é uma prática articulada em conjunto com outras estratégias (performáticas, visuais, táteis) que se opõem ao controle e à manipulação de corpos pelo Estado. Nesse sentido, essa coreografia coletiva, militante, feita por mulheres, não só se conforma como uma denúncia direta do terrorismo de Estado, mas também como uma afirmação de uma democracia a vir — uma na qual essa coreografia se tornaria supérflua. Não é surpresa, então, que a cueca sola continue ressurgindo, insistindo, no atual Chile.